Basílica de Saint-Denis

En español, la Basílica de San Dionisio es la primera erigida en estilo gótico y se ubica muy cerca de París. Allí es donde se han sepultado la mayor cantidad de Reyes de Francia y si bien se la ha denominado Catedral en 1966, sigue funcionando como una abadía.

Visitar la Basílica de Saint-Denis

Este maravilloso templo de gran luminosidad por sus vidrieras, con coro y museo donde se exponen las tumbas de los Reyes (entre ellos Luis VIII, María Antonieta, Carlos V y Ana de Austria) se localiza en 1 Rue de la Légion d'Honneur, en Saint Denis, al norte de la Ciudad de París. Es recomendada para todos aquellos turistas interesados en la historia monarcal del país, pero no para los que no disponen de mucho tiempo en la ciudad. Vale la pena recorrer los grandiosos mausoleos de Luis XII, Francisco I, Enrique II y Ana de Bretaña.

Se llega a la Basílica de Saint-Denis en metro (Basilique de Saint-Denis, línea 13) y tranvía (Marché de St.-Denis, línea 1). Los horarios de visita a la Basílica son: temporada alta (del 1° de abril al 30 de septiembre) entre las 10 y las 18,15 hs (domingos a partir de las 12 hs). Temporada baja (del 1° de octubre al 31 de marzo) entre las 10 y las 17,15 hs (domingos a partir de las 12 hs). La entrada es gratuita a la Iglesia, si se desea ingresar al museo, se debe abonar 7,50 euros. Están exentos de pagar entrada los menores de 18 años, los ciudadanos de la Unión Europea de hasta 25 años y los que hayan comprado el París Museum Pass o el Paris Pass.

Historia de la Basílica de Saint-Denis

En el sitio donde ahora está la Basílica, durante el Bajo Imperio existía un cementerio. Más tarde, en el siglo IV, se construyó un Mausoleo (donde hoy está el altar mayor) y un siglo después, Santa Genoveva adquirió las tierras para construir una Iglesia, la cuál se amplió dos veces.

Allí fue enterrado San Dionisio, el primer obispo de París, en el año 630 y a 120 años de este acontecimiento, se construyó una Basílica con tres naves, que se fue renovando hasta el siglo XIV.

Esta abadía pasó a ser más que importante desde el momento en que se convirtió en la necrópolis de los reyes franceses, desde la muerte de Hugo Capeto. El único que no fue enterrado en la Basílica de Saint-Denis fue Felipe I.

Durante la Revolución en el país y como celebración de la Toma de las Tullerías, en 1793 se propuso destruir las tumbas, las cuáles fueron exhumadas y profanadas entre el 12 y el 25 de octubre de ese año. Los restos de algunas personas enterradas allí (además de reyes, personalidades importantes de la burguesía y la Iglesia, príncipes, mademoiselles, e hijos y nietos de Francia) fueron salvajemente ultrajados. Los huesos de los monarcas que no han podido diferenciarse permanecen juntos en un osario en la cripta de la Basílica de Saint-Denis.